Céline y la historieta
En una entrada de este blog publicada hace unos años bajo el título De Céline a Tardi y al revés, de Tardi a Céline me referí al extraño hilo que une al escritor de Viaje al fin de la noche y al autor de La verdadera historia del soldado desconocido. Es un hilo que, desde luego, nada tiene que ver con las manifiestas posiciones políticas de ambos autores, pero sí con el imaginario estético desplegado por Céline en sus novelas y por Tardi en sus historietas. También supe en su momento que Joe Sacco declaraba en una entrevista (con Gary Groth) la inspiración que había encontrado el maltés en Céline respecto al uso de globos de diálogo dispersos y cartelas o cartuchos fragmentados que mueven el ojo del lector alrededor de la página.
Del mismo Émile Brami es el libro L’affaire Haddock, publicado en 2014. El capítulo II de Céline Comix está dedicado al contenido del libro de Brami. Pero antes, en el capítulo I: «Céline et les illustrés», Bastien Bertine se centra en las influencias e impactos que los tebeos (illustrés) de la época ejercieron en la formación del escritor. Es de sumo interés, pues ahí se observa el efecto de los tebeos en Céline, un efecto que se aclara a lo largo del libro de Bertine. Lo que sigue, empezando por el capítulo II, tiene que ver con el efecto inverso, esto es, el de la escritura de Céline en los cómics.
El capítulo IV de Céline Comix está motivado por la relación que algunos críticos encuentran entre la historieta en cuatro volúmenes Blast, de Manu Larcenet, y la novela Viaje al fin de la noche, de Céline. Aquí Bastien Bertine recurre al doctor Freud en busca de una lectura psicoanalítica tanto de Larcenet como de Céline. (No me había referido aún a la forma y el tono de pesquisa, de investigación, que adopta el trabajo de Bertine, incluso a través de sus representaciones por todo el libro. A propósito de Larcenet, viene a cuento en esta entrada otra entrada mía, de 2018, en este blog: La pesquisa y el arte: Manu Larcenet). La presencia del psicoanálisis es obvia en Los combates cotidianos, de Larcenet. En el resto de sus obras, son tan pertinentes las teorías freudianas como lo puedan ser en prácticamente toda la producción historietística del siglo XX… y en los escritos de Céline.
Periodismo dibujado
Grange-Tardi y los nuevos partisanos
«Esta historia, que no es ni autobiografía ni ficción, invita a seguir el recorrido militante de Elise, una joven como muchas otras de aquella época.»
Son palabras de Dominique Grange en el Epílogo de Elise y los Nuevos Partisanos, cómic guionizado por ella misma y dibujado por Jacques Tardi.
Es tan indiscutible el magisterio gráfico de Jacques Tardi como lo es su pensamiento lateral, que en realidad es lateral relativamente, respecto a la corriente principal, pero en otro sentido es un pensamiento directo, centrado, para nada complaciente con las instituciones. Tardi es muy contundente en sus afirmaciones y gestos, pero lo es más si cabe en su propuesta estética, claramente en favor de la lucidez. Es la suya, en definitiva, una actitud honesta. Como honesto es el tebeo Elise y los Nuevos Partisanos. Dominique Grange relata una historia que es la suya sin serlo, pues es la historia de algo más que una corriente, la de un movimiento que sacudió los cimientos y las estructuras del poder establecido no ya en Francia, sino en prácticamente el mundo entero. No obstante, Grange y Tardi reflejan en su cómic la vertiente francesa de ese movimiento a partir de la figura de una joven inquieta entregada a la causa de la revolución maoísta, no solo con su voz y su guitarra, sino con su praxis vital. El tebeo recoge acontecimientos políticos, vividos en la calle a través de manifestaciones sobre todo, que abarcan desde los trágicos sucesos de 1962 en París que desembocaron finalmente en la independencia de Argelia, hasta el desencanto y la disolución del movimiento que tuvo lugar especialmente a partir del segundo lustro de los años 1970. Un lugar central en este recorrido lo ocupa el fenómeno Mayo del 68, un momento en el que pareció que un nuevo mundo era posible, Fue un fenómeno que como tal (la ocupación de calles, fábricas, centros de enseñanza, etcétera) duró poco, pero que sin embargo iluminó una posibilidad. No parece ser la nostalgia el impulso dominante en la propuesta de Grange y Tardi, sino el deseo de que esa luz no se apague del todo, se transmita en el presente y tal vez sea la chispa que alumbre el provenir. Un tebeo, ya digo, honesto y bienintencionado. El arte y la historia, a veces, pueden ir de la mano.
El relato de Elise y los Nuevos Partisanos, su diégesis, termina más o menos cuando comienza la acción política en Del Trastevere al Paraíso, un tebeo de hace dos años escrito por Felipe Hernández Cava y dibujado por Antonia Santolaya. En este último, Cava y Santolaya registran también las aspiraciones de aquella generación pero centrándose en la experiencia italiana durante los llamados años de plomo, cuando el brigadismo se apoderó de la lucha revolucionaria. La actitud de Hernández Cava ante su historia (que comento aquí) dista mucho de la de Dominique Grange ante la suya, aunque también es verdad que ambas historias se centran en prácticas políticas diferentes. No hay de qué arrepentirse, al contrario, nos viene a decir Grange.
Cómic-reportaje y novela gráfica
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Sobre Teoría bd y traducciones
Leyendo La bande dessinée et le temps, de Thierry Groensteen, me sorprende observar que el autor inicia la página 129 citando a Roberto Bartual con la correspondiente referencia en nota al pie. Es el mismo tipo de sorpresa que me produjo en su momento encontrar a Antonio Altarriba citado por Benoît Peeters en su Lire la bande dessinée. Sorpresa en ambos casos sumamente agradable, aunque acompañada de cierta murria. Es loable la calidad de las intervenciones teóricas de Altariba y Bartual, pero a la vez se echa de menos una mayor presencia internacional de los estudios sobre historieta realizados aquí.
Groensteen y Peeters, junto a otros como Thierry Smolderen, Jan Baetens, Philippe Marion o Benoît Mitaine pertenecen a un nutrido grupo de teóricos del cómic que escriben en francés. Representan, de hecho, ese momento dulce que está viviendo la teoría francesa (o francobelga), frente al otro gran grupo de teóricos con sede en norteamérica.
Lo que ocurre es que las editoriales españolas (o que publican en español) no ven margen de negocio en la traducción y posterior publicación de teoría sobre cómic escrita en otros idiomas. Con lo cual, el interesado de aquí no tiene más remedio que leer a estos autores en su propia lengua (lo cual tampoco está nada mal). Pero es que además, resulta que la extensión de la francofonía ha disminuido enormemente en nuestro país, de manera que casi nadie lee ya en francés, aunque sí en inglés. Con lo cual, es corriente acceder a Groensteen, pongamos por caso, a partir de las traducciones de la obra de este autor al inglés. Y así se pierde una parte importante de la producción teórica europea sobre cómic, concretamente la que corresponde al dominio lingüístico francés.
El interés académico por el cómic aumenta en España. Es un hecho esperanzador. Es normal hasta cierto punto que los estudios sobre historieta se centren sobre todo en tebeos nacionales del área lingüística a la que corresponde el estudio. No obstante, hay un ámbito teórico no circunscrito, me parece, a ningún idioma ni a ningún país. Ocurre en teoría sobre cómic lo mismo que en filosofía, en las ciencias o en el arte, cuya actividad no se encuentra reducida (o no debería) por limitaciones de idioma. Todo ello en beneficio de esa misma actividad.